lunes, 29 de abril de 2013

En Eterna Gratitud

 La historia del submarinismo comienza con el buceo a pulmón. Sin más utensilios que un cuchillo, una piedra como lastre y una cuerda atada a la cintura, se realizaban las primitivas actividades de buceo con finalidades tan diversas como la pesca de mariscos, la recolección de algas, perlas, y coral, las reparaciones de barcos, el rescate de tesoros,…

Desde tiempos muy antiguos, el hombre comenzó a experimentar con el ánimo de liberarse de las limitaciones que suponía la apnea. Ya en la antigua Grecia (360 a.C.) se encuentran referencias a los primeros ingenios rudimentarios.

Fue la actividad militar la que desarrolló con mayor decisión distintos inventos. Como el pellejo de cuero conteniendo aire, probablemente la versión más rudimentaria de las actuales botellas de acero y aluminio.

Es en el siglo XII, cuando se tiene la primera referencia de un primitivo equipo de bombeo que debió consistir en una especie de fuelle.

Con posterioridad, en el año 1500, el genial Leonardo Da Vinci se convirtió en el creador del “equipo ligero”, ya que a él se deben los primeros diseños de gafas, aletas y tubo.

La presión ejercida por la columna de agua sobre nuestro organismo fue otro de los factores en los que se comenzó a trabajar. Allá por el año 1715, un carpintero del Reino Unido, desarrolló la primera coraza de protección que consistía básicamente en un tonel de madera.

Estos toneles de madera conocidos como Lethbridge, marcaron una tendencia durante todo un siglo donde fueron evolucionando.

Pero hubo que esperar algo más para comenzar a utilizar sistemas de bombeo de aire para alcanzar profundidades cercanas a los 20 metros. El buceador por medio de un casco conectado hasta la superficie mediante un tubo, recibía el aire que le permitía respirar. La evolución de estas primeras escafandras hacia materiales más resistentes, permitió alcanzar cotas de mayor profundidad con presiones más exigentes.

Pese a los innumerables avances tecnológicos de la época, y a los descubrimientos científicos con los primeros modelos de descompresión obtenidos de las experiencias en la minería, aún el buceo no era libre. Se permanecía dependiente de la superficie, lo que suponía una gran limitación de movimientos y una pobre exploración submarina.

Aquél 11 de junio de 1910 en Saint Andre de Dubzac, nacía el futuro libertador.

Jacques Ives Cousteau desde muy joven tuvo dos aficiones muy marcadas, el mar y la creación cinematográfica.

A veces el destino nos abre puertas donde parece que se han cerrado. Así tras un grave accidente de coche en 1935, le llevó a seguir un proceso de rehabilitación que le unió al mar practicando la natación. Durante ese periodo conocería a un pescador submarino que le descubrió el fondo del mar. Desde entonces todo comenzó a cambiar.

Obsesionado por el horizonte que se le había abierto bajo la superficie del agua, comenzó a pensar la manera de sumergirse de forma autónoma. Fue en 1936 cuando experimentó con un circuito cerrado de oxigeno puro que casi le cuesta la vida. Por aquél entonces no tuvo en cuenta los efectos tóxicos del oxigeno a profundidad (Efecto Paul Bert). Tras algún nuevo intento fallido lo desestimó.

Años más tarde, a través de su suegro que por aquel entonces dirigía la compañía francesa Air Liquide, conoció a uno de sus ingenieros, Emile Gagnan, que trabajaba en el desarrollo de una válvula para los automóviles, algo similar a la idea que tenía Cousteau.

De esta colaboración intensa, surgió el primer modelo de regulador a demanda. Es en 1943 en el río Sena, cuando obtienen los primeros resultados satisfactorios. Había nacido “Aqualung”, el pulmón acuático. Se abría una nueva era de libertad bajo el agua.

Aunque la fama de Cousteau, se debe principalmente a la otra gran labor de difusión y exploración del medio marino a través de sus producciones cinematográficas, creo que todos los buzos debemos estarle eternamente agradecidos por la creación del regulador a demanda. Gracias a él, es por lo que hoy en día millones de aficionados y profesionales disfrutamos del mundo submarino como ellos lo hicieron antes.

Nuestra eterna gratitud.

Aprender a bucear solo lo harás una vez en tu vida

... y merece la pena hacerlo bien


Como docente siempre me ha preocupado la calidad de la enseñanza. Siempre he disfrutado enseñando, pero sin unos mínimos de calidad, la docencia se convierte en un acto que tiene muy poco de académico.

Para mi el buceo es una pasión, y mi dedicación a la enseñanza en este ámbito también lo es.

Lamentablemente cada vez es más difícil formar adecuadamente y con unos mínimos de calidad a los nuevos buceadores dada la guerra de precios que existe en el mercado, que se traduce tristemente, en una escasa y deficiente formación del alumno. El buceo recreativo es muy seguro, pero practicarlo con una inadecuada instrucción ya no lo es tanto.

Aprender a bucear solo lo harás una vez en tu vida, y merece la pena hacerlo bien.

Y entonces, ¿por qué no hacerlo a conciencia? ¿Por qué no dedicarme el tiempo necesario para aprender adecuadamente? ¿Por qué no puedo tener un aprendizaje a medida, privado, cómodo y eficaz? ¿Por qué no conseguir divertirme aún cuando me estoy formando y examinando? ¿Por qué no disfrutar de un instructor en exclusiva y en mi domicilio?


Desde BuceoVIP te ofrecemos la posibilidad de formarte como buceador de otra forma, con calidad, con calma, con dedicación exclusiva y personalizada, con una instrucción impartida por docentes de nivel universitario con más de 10 años de experiencia.